miércoles, 11 de junio de 2014

"Pasaré a Visitarte" ♥ Jesùs ♥


CARTA A RUTH

Ruth miró en su buzón del correo, pero sólo había una 

car­ta.

La tomó y la miró antes de abrirla, pero luego la miró con 

más cuidado.

No había sello ni marcas del correo, solamente su 

nombre y dirección.

Leyó la carta:

Querida Ruth:

Estaré en tu vecindario el sábado en la tarde y pasaré a 

visitarte.

Con amor, Jesús.

Sus manos temblaban cuando puso la carta sobre la 

mesa. "¿Por qué querría venir a visitarme el Señor? No 

soy nadie en especial, no tengo nada que ofrecerle..."

Pensando en eso, Ruth recordó el vacío reinante en los 

estantes de su cocina.

"¡ Ay no! ¡No tengo nada para ofrecerle! Tendré que ir 

al mercado y conseguir algo para la cena". Buscó la 

cartera y vació el contenido sobre la mesa: cinco dólares 

y cuarenta centavos.

"Bueno, compraré algo de pan y alguna otra cosa, al 

menos." Se puso un abrigo encima y se apresuró a salir.

Una hogaza de pan francés, media libra de pavo y un 

cartón de leche... y Ruth se quedó con solamente doce 

centavos que le deberían durar hasta el lunes. Aun así 

se sintió bien. Caminó a casa con sus humildes 

ingredientes bajo el brazo.

"Oiga, señora, ¿nos puede ayudar?"

Ruth estaba tan absorta pensando en la cena que no vio 

las dos figuras que estaban de pie en el pasillo.

Un hombre y una mujer, los dos vestidos con poco más 

que harapos.

"Mire, señora, no tengo empleo, usted sabe, y mi mujer y 

yo hemos estado viviendo allí afuera en la calle y, bueno, 

está haciendo frío y nos está dando hambre y, bueno, si 

usted nos puede ayudar, estaremos muy agradecidos..."

Ruth los miró con más cuidado. Estaban sucios y tenían 

mal olor y, francamente, ella estaba segura de que ellos 

podrían obtener algún empleo si realmente quisieran.

"Señor, quisiera ayudar, pero yo misma soy una mujer 

pobre. Todo lo que tengo son unas rebanadas de pan, 

pero tengo un huésped importante para esta noche y 

planeaba servirle eso a El."

"Sí, bueno, sí señora, entiendo. Gracias de todos 

modos".

El hombre puso su brazo alrededor de los hombros de la 

mujer y se dirigieron a la salida.

A medida que los ve saliendo, Ruth sintió un latido 

familiar en su corazón. "¡Señor, espere!"

La pareja se detuvo y volteó a medida que Ruth corría 

hacia ellos y los alcanzaba en la calle.

"Mire: ¿por qué no toma esta comida? algo se me 

ocurrirá para servir a mi invitado...", y extendió la mano 

con la bolsa de víveres.

"¡Gracias, señora, muchas gracias!"

"¡Si, gracias!", dijo la mujer, y Ruth pudo notar que 

estaba temblando de frió. "¿Sabe? tengo otro abrigo en 

casa, tome éste", Ruth desabotonó su abrigo y lo deslizó 

sobre los hombros de la mujer.

Y sonriendo, volteó y regre­só camino a casa... sin su 

abrigo y sin nada que servir a su invita­do.

"¡Gracias, señora, muchas gracias!"

Ruth estaba tiritando cuando llegó a la entrada.

Ahora no tenía nada para ofrecerle al Señor. Buscó 

rápidamente la llave en la cartera. Mientras lo hacía, notó 

que había otra carta en el buzón.

"Que raro, el cartero no viene dos veces en un día." 

Tomó el sobre y lo abrió:

Querida Ruth:

Qué bueno fue volverte a ver. Gracias por la deliciosa 

cena, y gracias también por el hermoso abrigo.

Con amor, ...Jesús.

El aire todavía estaba frío, pero aún sin su abrigo, Ruth 

no lo notó.

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