¡Qué bien, no soy perfecto!
Si no me equivocara jamás,
tal vez no podría entender los errores
que también cometen los demás,
viviría juzgándolos, y me quedaría solo,
porque no encontraría a nadie
que me pudiera igualar...
Si no tuviera vacíos, no tendría
necesidad de amar y sentirme amado,
y sería una persona indiferente, y eso me aterra,
no quiero pensar lo que es vivir sin amor; sin
experimentar esa necesidad de
ser amado y los enormes deseos
de dar amor... ese es el motor
de nuestra existencia.
No soy perfecto y doy gracias por ello,
porque mi imperfección le da sentido a mi vida,
me invita luchar cada día por ser mejor.
Gracias Dios, por mi imperfección,
pon en mí el toque de tu perfección:
"el amor".
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