domingo, 22 de junio de 2014

A Cierta Edad..

Dicen algunos que a cierta edad, después de 

los cuarenta, nos hacemos invisibles, que 


nuestro protagonismo en la escena de la vida 


declina, y que nos volvemos inexistentes para 


un mundo en el que 


sólo cabe el ímpetu de los años jóvenes.


Yo no sé si me habré vuelto invisible para el 


mundo, es muy probable, pero nunca como 


hoy fui tan consciente de mi existencia, 


nunca me sentí tan protagonista de mi vida, y 


nunca disfruté tanto de cada 


momento como ahora. 


Ahora se que no soy la princesa del cuento de 


hadas y que no necesito que me venga a 


salvar un príncipe azul en su caballo blanco, 


por que ni soy una princesa, ni vivo en una 


torre, ni tengo a un dragón que me esté 


custodiando. 


Hoy me reconozco mujer, capaz de amar. Se 


que puedo dar sin pedir, pero también se que 


no tengo que hacer nada, ni dar nada que no 


me haga sentir bien. Por fin descubrí al ser 


humano que sencillamente soy, con sus 


miserias y sus grandezas. 


Descubrí que puedo permitirme el lujo de no 


ser perfecta, de estar  llena de defectos, de 


tener debilidades, y de equivocarme, de no 


responder a las expectativas de los demás y 


hasta de hacer algunas cosas indebidas y a 


pesar de ello, sentirme bien.  


Y por si fuera poco, saberme querida por 


muchas personas que me respetan y me 


quieren por lo que soy, si, así un poco loca, 


mandona y muchas veces terca. Pero también 


cariñosa, tierna, mimosa y a veces algo triste, 


por que también tengo mis momentos tristes, 


esos en que pongo mi cara larga con un 


aire nostálgico y me da por llorar. 


Cuando me miro al espejo ya no busco a la 


que fui en el pasado, sonrío a la que soy hoy, 


me alegro del camino andado, y asumo mis 


errores.  ¡Qué bien no sentir ese desosiego 


permanente que produce correr tras los 


sueños!¡Que bien! Ya aprendí a tener 


paciencia, aunque reconozco que me costo un 


poco madurar. Hoy sé, por ejemplo, que no 


puedo retener el mar, aunque cuando estoy 


en la playa no quisiera dejarlo nunca.


Así que lo contemplo, me lleno de ese 


momento único y cuando llega el momento de 


partir, simplemente me despido diciéndole. 


¡Hasta pronto!  También hoy sé que mis 


amigos y amigas son peregrinos del mismo 


camino, y que en cualquier momento en el 


que nos encontremos, nos seguiremos 


queriendo. 


Hoy sé que nadie es responsable de mi 


felicidad, solo yo.  Hoy sé que el viento 


extiende sus brazos cuando camino por la 


calle y que solo depende de mí sentirlo. Hoy 


sé que la vida es bella… Porque la 


he visto partir ya muchas veces. 


Hoy vivo la vida así como es, bonita con sus 


idas y venidas, con sus amores y desamores, 


con sus ratos de marea baja, con sus puestas 


de sol, con su ruido incesante.Sólo quiero 


dejarla correr, sin pedirle nada. Sólo quiero 


tener lo que yo me busque, sólo quiero lo que 


yo merezca.

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