Te prestaré por un tiempo a tus padres
para que los ames mientras vivan.
Podrán ser 10, 20, 30 años o más, hasta que los llame.
Te pregunto... ¿Podrás cuidarlos?
Quiero que aprendas a vivir con ellos,
les he buscado unos hijos y te he elegido a ti.
No te ofrezco que se quedarán contigo
para siempre, solo te los presto.
Ellos te darán la ternura y alegría por tenerte.
El día que los llame, no llorarás ni me odiarás
porque los regrese a mí.
Su ausencia corporal quedará compensada
por el amor y por los muchos y agradables recuerdos.
Ten presente que si algo te entristece, que si el golpe del
dolor te hiere algún día, tu pena es mía, y así, con todo
esto, tu luto será más llevadero y habrás de decir con
agradecida humildad:
"Hágase Señor tu voluntad"
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