Una vez, un padre de una familia acaudalada llevo a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que viera cuán pobres eran las gentes del campo.
Estuvieron por espacio de un día y una noche completa en una granja de una familia campesina muy humilde.
Al concluir el viaje y de regreso a casa el padre le pregunta a su hijo:
Que te pareció el viaje?
El hijo respondió:
Muy bonito Papá
¿Viste que tan pobre puede ser la gente?
¡Sí!
Y… ¿que aprendiste?
Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro.
Nosotros tenemos una piscina que llega de una pared a la mitad del jardín, ellos tienen un riachuelo que no tiene fin.
Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas.
El patio llega hasta la pared de la casa del vecino, ellos tienen todo un horizonte de patio.
Ellos tiene tiempo para conversar y estar en familia; tú y mi mamá tienen que trabajar todo el tiempo y casi nunca los veo.
Al terminar el relato, el padre se quedó mudo… y su hijo agregó:
Gracias Papa por enseñarme lo ricos que podemos llegar a ser!!!
En esta vida hay cosas realmente importantes y valiosas que no siempre las vemos tales como: una amistad, un paisaje, un saludo y una sonrisa…
Ciertamente como una sombra es el hombre;
Ciertamente en vano se afana;
Amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá.
Y ahora, Señor, ¿qué esperaré?
Mi esperanza esta en ti. ~Salmo 39: 6-7~
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