Sólo entendemos el "milagro de la vida" cuando
dejamos que suceda lo inesperado.
Todos los días Dios nos da, junto con el sol, un
momento
en el que es posible cambiar todo lo que nos
hizo "infelices".
Todos los días tratamos de fingir que no percibimos ese
momento, que ese momento no existe, que hoy es igual
que ayer y será igual que mañana.
Pero quién presta atención a su día, descubre el
"instante
mágico", puede estar escondido en cualquier
parte.
Ese momento existe: Un momento en el que toda la
fuerza de las estrellas pasa a través de nosotros y nos
permite hacer milagros.
La "felicidad" es a veces una bendición, pero por lo
general es una "conquista".
El instante mágico del día nos ayuda a cambiar, nos hace
ir en busca de nuestros sueños.
Vamos a sufrir, vamos a tener momentos difíciles,
vamos
a afrontar muchas desilusiones . . . pero todo es
pasajero, y no deja marcas.
Y en el futuro podemos mirar hacia atrás con orgullo y fe.
Pobre del que tiene miedo a correr riesgos.
Porque ese quizás no se decepcione nunca, ni tenga
desilusiones, no sufra como los que persiguen un sueño.
Pero al mirar hacia atrás - porque siempre miramos hacia
atrás- oirá que el corazón le dice: ¿Qué hiciste con los
milagros que Dios sembró en tus días? Los enterraste en
el fondo de una cueva porque tenías miedo a perderlos,
entonces es tu herencia: La certeza de que has
desperdiciado tu vida.
Que nunca nos tengamos que reclamar a nosotros
mismos, el no haber sido felices por temor a sufrir...
No escondamos nuestros dones, no tienen sentido si no
los damos a los demás...
No temamos al dolor ni a la desilusión... ellos nos dicen
que hemos sido felices, que hemos hecho una
conquista... que hemos amado y hemos vivido el milagro
de la vida...:
¡Muchos días de ilusiones y esperanzas llenas de sol,
luz
y momentos de felicidad!
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