Cuando pasen en mí más años, y en apariencia ya no sea la misma, y me vuelva torpe en mis movimientos, tenme paciencia:
Recuerda las horas que pasé enseñándote a hacer las
mismas cosas que hoy yo no puedo resolver sola...
Cuando me veas perdida frente a toda la tecnología que
me cuesta tanto entender, dedícame tu tiempo, recuerda
que fui yo quien te enseñó las cosas más simples para
enfrentar la vida...
Si te repito las mismas historias, aunque sepas ya el
final, escúchame...
Cuando eras chico tuve que contarte cientos de veces el
mismo cuento para que te durmieras...
Y si mientras conversamos me olvido de lo que estamos
hablando, dame tiempo para recordar...
Y si no puedo hacerlo, comprende que tal vez no era
importante lo que conversamos, sino que para mí lo
importante es que me escuches y estemos juntos...
Cuando fallen mis piernas, dame tu mano para apoyarme
como yo lo hice cuando comenzaste a dar tus primeros
pasos...
Dame tu cariño, compréndeme y apóyame como lo hice
desde el momento en que naciste...
Siempre quise lo mejor para ti, y sé como tú me quieres y
admiras...
Hoy soy yo quien está orgullosa al ver quién eres, y
como enfrentas la vida...
Y cuando llegue a decirte que ya es hora de irme de esta
vida, no te enfades. Algún día entenderás que esto no
tiene nada que ver contigo, ni con tu amor ni con el mío.
Simplemente que ya entregué todo lo que la vida
esperaba de mí.
Algún día descubrirás que pese a mis errores siempre
quise lo mejor para ti y que intenté preparar el camino
que tú debías seguir.
No te sientas triste o enfadado o impotente por verme de
esta manera. Simplemente acompáñame e intenta
comprenderme como yo lo hice cuando tú empezaste a
vivir. Ahora te toca acompañarme en mi difícil caminar.
Ayúdame a terminar este camino con amor y paciencia.
Yo te pagaré con mi sonrisa y con el inmenso amor que
siempre te he tenido..
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