Padre mío:
Ahora que las voces se silenciaron y los clamores se apagaron, aquí...al pie de la cama, depositó en Tus manos, la fatiga y la lucha, las alegrías y desencantos de este día que quedó atrás.
Si mis nervios me traicionaron, si mis impulsos egoístas me dominaron, si dí entrada al rencor o a la tristeza.
!Perdón Señor!.
Si he sido infiel, si pronuncié palabras vanas,
Si me dejé llevar por la impaciencia.
Si fui espina para alguien. ¡ Perdón Señor!.
No quiero esta noche entregarme al sueño, sin sentir sobre mi alma tu misericordia.
Te doy gracias, Padre mío, porque has sido la sombra fresca que me ha cobijado durante este día.
Te doy gracias, porque invisible, cariñoso, envolvente, me has cuidado a lo largo de estas horas.
Señor a mi alrededor todo es silencio y calma.
Envía al ángel de la paz a esta casa, relaja mis nervios, sosiega mi espíritu, suelta mis tensiones, inunda mi ser de silencio y serenidad.
Vela por mí, Padre querido, mientras me entrego confiada al sueño, cómo una niña que duerme feliz entre tus brazos.
En tu nombre, Señor, descansaré tranquila.
Amén.
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