No olvides darle abrazos y no se los niegues nunca,
pues puede que dentro de unos años,
los abrazos que añores sean los que no le diste.
Dile cuánto le quieres siempre que lo pienses…
Déjale imaginar e imagina con él…
Déjale llorar y llora con él…
Las paredes se pueden volver a pintar;
los objetos se rompen y se reemplazan continuamente,
pero los gritos de mamá duelen para siempre.
Él no necesita tantos juguetes,
mejor es que le dediques más de tu tiempo:
puedes fregar los platos más tarde,
que mientras tú limpias… él crece.
Trabaja menos, quiérelo más, y sobre todo, respira:
Serás madre toda tu vida y ellos sólo serán niños una vez.
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