viernes, 25 de julio de 2014

Carta a mi amiga y hermana del alma


Querida amiga:

Siempre me ha parecido poco decir gracias, sin embargo, no logro encontrar otra palabra que se acerque a lo que de todo corazón te quiero expresar. Por eso hoy te digo GRACIAS, gracias por tu amistad, por tu apoyo y comprensión. Gracias porque siempre puedo contar contigo, gracias porque sé que estarás disponible para lo que necesite. Gracias porque puedo confiar en ti.

Perdóname por mis silencios pasados, y perdóname también por los futuros silencios, pero comprende que muchas veces se dice más sin palabras que toman forma en la distancia; puede que algunas veces reprima todo lo que quisiera decir por temor a que mis palabras se estrellen con muros del inclemente silencio que hasta ese momento he llevado…
Son muchas las cosas por las que hemos pasado y vendrán muchas cosas más, algunas buenas otras no tanto, pero sé que la vida hará imperecedera esta amistad que nació de la sinceridad, de lágrimas y de risas compartidas en la distancia.
Pero es precisamente en la distancia que hemos aprendido que dos amigas son dos almas que juntas aprenden lo que es la solidaridad, la alegría y la tristeza. Déjame ser tu fortaleza cuando la tuya te falle, déjame ser alegría en tu tristeza, y déjame ser presencia en tu soledad. Déjame también ser el recuerdo cuando el olvido te invada, déjame tenerte en mi corazón, y déjame ser la plegaria que se eleva a los confines de los cielos por tu felicidad.

Amiga del alma, hermana de mi corazón, cierra tus ojos y pide en oración por tus anhelos y deseos, yo haré lo mismo por ti, esperando que Dios responda haciéndose cumplir los ruegos de esta oración. Te quiero amiga, tu sabes cuánto, pero si acaso alguna vez se te olvida… déjame decírtelo una vez más: Te quiero amiga mía, gracias por ser mi compañera en la distancia, mi buena amiga.






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