Siempre voy a correr por mis hijos
no importa la edad que tengan
ni donde estén.
Mis hijos me hacen reír,
me han hecho llorar, estresarme,
han limpiado mis lágrimas,
me han abrazado cuando más lo he necesitado,
se han colgado de mis piernas,
me han visto agotada
y me han ayudado a ser
fuerte nuevamente.
Otras veces me han vuelto loca!
Pero mis hijos son un regalo de Dios
y para siempre serán
mi más grande tesoro.
Aunque sus vidas
no me pertenezcan,
mi vida si les pertenece
a ellos.
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