domingo, 25 de mayo de 2014

El Abrazo De Oso!!

Alberto era un hombre joven, 
cuyo hijo había nacido recientemente 
y era la primera vez que sentía la 
experiencia de ser papa, 
un buen día le dieron ganas de entrar 
en contacto con la naturaleza; 
pues a partir del nacimiento de su bebe 
todo lo veía hermoso y 
aun el rehuido de una hoja 
al caer le sonaba a lindas notas musicales, 
así fue que decidió ir a un bosque, 
quería oír el canto de los pájaros 
y disfrutar toda la belleza, 
caminaba plácidamente respirando la humedad 
que hay en estos lugares, cuando de repente, 
vio posada en una rama a un águila 
que lo sorprendió por la belleza de su plumaje. 

El águila, también había tenido 
la alegría de recibir a sus polluelos, 
y tenia como objetivo llegar 
hasta el rió más cercano, 
capturar un pez y llevarlo a 
su nido como alimento, 
pues significaba una responsabilidad 
muy grande criar y formar a sus aguiluchos 
para enfrentar los retos que la vida ofrece. 
El águila al notar la presencia de Alberto 
lo miro fijamente y le pregunto: 
¿a donde te diriges buen hombre?, 
veo en tus ojos alegría. 

Es que ha nacido mi hijo y 
he venido al bosque a disfrutar pero, 
la verdad es que me siento un poco 
confundido. Oye, pregunto el águila 
y ¿que piensas hacer con tu hijo? 
Pues ahora y desde ahora siempre 
lo voy a proteger, le daré de comer 
y jamás permitiré que pase frió, 
yo me encargaré de que tenga 
todo lo que necesite, y día 
con día seré quien lo cubra de 
las inclemencias del tiempo, 
voy a defenderlo de los enemigos 
que pueda tener y nunca dejaré 
que pase situaciones difíciles, es 
mi hijo, lo amo y no permitiré que 
pase problemas o necesidades 
como las que yo pase, nunca dejare 
que eso suceda, porque para eso 
estoy aquí, para que el nunca se 
esfuerce por nada y, para finalizar 
agrego, yo como su padre seré 
fuerte como un oso y con la 
potencia de mis brazos lo rodearé, 
lo abrazaré y nunca dejaré 
que nada ni nadie lo perturbe. 

El águila no salía de su asombro, 
atónita lo escuchaba y no 
daba crédito a lo que había oído, 
entonces respirando muy hondo 
y sacudiendo su enorme plumaje, 
lo miro fijamente y le dijo: 
escúchame bien buen hombre, 
cuando recibí el mandato de la naturaleza 
para ampollar a mis hijos, 
también recibí el mandato 
de construir mi nido, 
un nido confortable, seguro, 
a buen resguardado de los 
depredadores, pero también 
le he puesto ramas con muchas 
espinas y ¿sabes porque?, 
porque aun cuando estas 
espinas están cubiertas por 
plumas, algún día cuando mis 
polluelos hayan emplumado 
y sean fuertes para volar, haré 
desprender todo ese confort y 
ellos ya no podrán habitar 
sobre las espinas, eso los 
obligará a construir su propio nido, 
todo el valle será para ellos, 
siempre y cuando realicen 
su propio esfuerzo para conquistarlo 
con todo; sus montañas, 
sus ríos llenos de peces y 
praderas llenas de conejos, si yo los 
abrazara como un oso reprimiría sus 
aspiraciones y deseos de ser 
ellos mismos, destruiría irremediablente 
su individualidad y haría de ellos 
individuos indolentes, sin ánimo de 
luchar, ni alegría para vivir, tarde 
o temprano lloraría mi error, pues 
ver a mis aguiluchos convertidos en 
ridículos representantes de su 
especie, me llenaría de remordimiento 
y gran vergüenza, pues tendría que 
cosechar la impertinencia de mis actos, 
viendo a mi descendencia imposibilitada 
para tener sus propios triunfos, 
fracasos y errores, porque 
yo quise resolver todos sus problemas. 

Yo amigo mió, dijo el águila, 
podría jurarte que después 
de Dios he de amar a mis hijos 
por sobre todas las cosas, pero 
también he de prometer que 
nunca seré su cómplice en la 
superficialidad de su inmadurez, 
he de entender su juventud, 
pero no voy a participar de sus 
excesos me he de esmerar 
en conocer sus cualidades 
pero también sus defectos, 
y nunca permitiré que abusen de mi, 
en aras de este amor que les profeso, 
el águila callo, y Alberto no supo 
que decir, pues seguía confundido 
y mientras entraba en una profunda 
reflexión, esta con gran majestuosidad, 
levanto el vuelo y se perdió en el horizonte. 

Alberto empezó a caminar, 
mientras miraba fijamente el follaje 
seco disperso en el suelo, 
solo pensaba en lo equivocado 
que estaba y el terrible error que 
iba a cometer, al darle a su hijo 
un abrazo como el de un oso. 

Reconfortado siguió caminando, 
solo pensaba en llegar a casa, 
con amor, abrazar a su pequeño bebe, 
pensando que abrazarlo solo 
seria por segundos, ya que el 
pequeño empezaba a tener 
la necesidad de su propia libertad, 
para mover piernas y brazos 
sin que ningún oso protector 
se lo impidiera. A partir de ese día, 
Alberto empezó a prepararse 
para ser el mejor de los padres.

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