De niños creemos que mamá todo lo puede, que no siente cansancio, que no sufre, que es una superheroína que no se cansa, que siempre está ahí para apoyarnos... esa imagen que guardamos de ella con el tiempo no coincide con la que vemos cuando pasan los años... Entonces descubrimos que mamá también sufre, se cansa, está triste, no tiene fuerza, calla ocultando el dolor... que para ella nosotros estamos primero SIEMPRE!
De niños no entendemos sus lágrimas Y de adultos nos preocupan o no las comprendemos, pero te has detenido un momento y preguntarle a que se deben?
Así como nosotros necesitamos tantas veces de la protección de esos brazos fuertes, de la comprensión de nuestros gestos o de nuestros silencios, de nuestro dolor... ella también nos necesita aunque no lo diga.
Por eso debemos detenernos y observarla, abrazarla y hacer que sienta que estamos allí, que nos importa, que es valiosa y de esta forma regresaremos a ella el más hermoso sentimiento que nos enseñó, el sentimiento que lleva paz y tranquilidad en los momentos difíciles de la vida, el que nos contiene, el que minimiza el dolor, el que nos hace luchar por nuestros sueños e ideales... pero por sobre todo nos enseña a dar sin pedir nada a cambio: EL AMOR!
Valora a tu Madre en vida, que cuando no la tengas desearas poder abrazarla aunque sea un minuto.
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